Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Arquitectura doméstica y decoración de interiores en Argentina: 1860-1936 (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Eduardo Gentile se remite, en el citado trabajo, tanto a
investigaciones personales como a otras llevadas en conjunto con
el Arq. Fernando Gandolfi, como así también tomando
algunos trabajos elaborados por el Arq. Fernando Aliata
[30]Quienes estudian el método
arquitectónico Beaux Arts al que se hace
referencia en esta tesis.

Se debe aclarar que en términos
arquitectónicos, el método Beaux Arts
proveniente del academicismo de la Escuela de Bellas Artes de
París
fue adoptada en la Argentina por la
burguesía nacional de 1880, a la que prefirieron por su
valor de signo estético-simbólico (inspirado en el
Palacio de Versalles). Su decoración de interiores se
basó en el mobiliario de estilos
cortesanos-monárquicos (como el Luis XIV, de Charles Le
Brun (1619-1690) y la Manufactura de los Gobelinos, que nada
tenía justamente de burgués).

Efectivamente, el concepto de que el diseño de
muebles, luego de la Revolución Industrial del siglo
XVIII, y durante todo el siglo XIX fue más
«artesanal» que «industrial» (en Europa);
y como los muebles traídos a la Argentina por la
burguesía de fin de siglo XIX y principios del siglo XX
procedían de Europa, es por eso que el mobiliario usado
como decoración de interiores en los ambientes de la
ecléctica [31]arquitectura privada
neoclásica correspondía a la ebanistería
europea de diversas variedades de maderas
[32]

El mueble brindó, además de su clara
utilidad práctica (valor-de-uso), una función mas
allá de la función misma; actuando como signo
estético (valor-de-signo), definiendo el gusto
(burgués) de la época por el consumo de ciertos
productos costosos (y difíciles de adquirir por la
geografía y las distancias) que se transformaron en signos
de status social y del poderío económico
(capitalista) del Señor Burgués. En términos
marxistas, este nuevo «amo» [burgués] del
mundo, buscó diferenciarse del «esclavo»
[proletariado], como históricamente los reyes lo hicieron
de los plebeyos.

El mobiliario adoptado por la burguesía nacional
se convirtió en la fiel expresión de un
"espíritu nuevo" (un esprit iluminista) que el
burgués ilustrado (inspirado en la razón)
utilizó para expresar su cultura material privada (en una
forma de sincretismo coleccionista doméstico de los mas
diversos estilos artísticos); brindando una identidad
criolla-francesa en suelo Argentino.

A fines del siglo XIX nacional, el cosmopolitismo
capitalista y coleccionista burgués, evidenció en
los estilos de muebles gótico, renacimiento, algunos
estilos cortesanos -como los Luises- y otros ya mas aburguesados
-como el estilo imperio [33]lo que
podemos definir como un "espíritu Belle Époque
Argentino (1860-1936)"
para parafrasear a Sigfried Giedion
en La mecanización toma el mando
(1978).

En efecto, el "espíritu de la época",
experimental y contradictorio en los estilos de decoración
de interiores que utilizó dicha burguesía nacional
de 1860-1936, poseía algo del "alma de la nueva sociedad
burguesa positivista" (luego de la Revolución Francesa
[34]con la ilustración y el Siglo de las
Luces); pero también poseía algo del "alma de la
antigua sociedad cortesana, noble y aristocrática" (del
mundo anterior a la Revolución Francesa), que
remitían a un contenido simbólico preciso que
intentaba representar el carisma de la nobleza (en el Luis XIII
[35]el barroco del Luis XIV [36]el
rococó del Luis XV [37]y el
neoclásico del Luis XVI [38]expresando los
ideales y valores de la aristocracia, por intermedio del
mobiliario).

Aunque fuertemente influenciados por el "modernismo" (no
confundir con Art Nouveau en España) del Mundo
Moderno de la doble revolución burguesa europea francesa
(tomando los valores, ideas y visiones de la democracia,
libertad, razón y progreso) e industrial inglesa (tomando
los valores, ideas y visiones de la era de las máquinas
tecnológicas); el liberalismo económico
(capitalista) y político (democrático) de la
Moderna burguesía no pudo evitar adoptar los viejos
símbolos (estéticos) Premodernos del Ancien
Régime
derrocado en la Revolución Francesa. El
retour à l´ordre (greco-romano) fue la
clave de su cultura arquitectónica neoclásica, y el
retorno al Orden Monárquico-absolutista (solo en la
estética y no en lo político-económico) en
el diseño de muebles fue la clave de su cultura material
doméstica en una época dominada por el capitalismo
imperialista [39]

Así la Moderna burguesía Argentina,
utilizó una decoración de interiores Premoderna,
cuyo diseño artesanal en el mobiliario de
ebanistería estaba influenciado principalmente por Francia
de la época de Luis XIV, XV y XVI. Dichos muebles, que
oportunamente fueron útiles para demostrar el rango social
del Rey y la nobleza en Europa, usados a fin del siglo XIX y
principios del siglo XX en Argentina también
posibilitó la demostración del rango social del
Señor Burgués. Como lo explica Luis Feduchi en
Historia del mueble (1946), un caso ejemplar fue
el dressoir: "Aparador (…), con
graderías escalonadas sobre la tapa, coronadas por una
especie de dosel; estas graderías significaban una
determinada importancia o categoría social"

[40]

También Jesús Vicente Patiño Puente
en Historia del mueble hasta el siglo XIX (2010)
sostiene lo mismo que Luis Feduchi: "(…) los
aparadores, llamados dressoir en Francia, que consistían
en muebles que, en las ceremonias, se cubrían de
paños o telas. Se estructuraban en forma escalonada, con
estantes abiertos, y el número de escalones
dependía del rango del propietario (dos los barones, tres
los marqueses, etc., hasta llegar al dressoir real, que
tenía seis). Eran sólo objeto de exhibición,
sobre el que se disponía todo tipo de objetos decorativos
o vajilla de oro, plata o pedrería."

[41]

Así el aparador arribó, como mueble de
almacenamiento, desde la Edad Media, pasando por la Edad Moderna,
hasta la Edad Contemporánea; dicho de otro modo: el
aparador no solo fue un mueble medieval, sino cortesano y
finalmente adoptado por la burguesía. Esto claramente
demuestra la importancia de la herencia de la cultura material
que la Estética Burguesa (no moderna y moderna)
recibió de la Estética
Cortesana-Monárquica
y a su vez de la
Estética Feudal-Monacal.

Dicho de una manera más reduccionista y simple:
la burguesía con el Movimiento Moderno (Escuela de la
Bauhaus) en diseño de muebles proyectó aparadores,
del mismo modo que los reyes los tenían; siendo que
originalmente habían sido diseñados en la Edad
Media. Obviamente, mas allá de las simplificaciones del
lenguaje formal (el aparador del Movimiento Moderno fue austero,
racionalista, sin elementos decorativos agregados, con limpieza
formal, etc.; si se lo compara con los aparadores de la
realeza).

Entonces, estas preferencias de la burguesía
nacional finisecular por el mueble artesanal y de
ebanistería permite realizar la siguiente pregunta:
¿por qué estudiar las influencias del Arte y la
Arquitectura en el diseño y la estética de este
tipo de muebles? [42]Si en la primera mitad del
siglo XX, nacería con el Movimiento Moderno en
Arquitectura -proyectado por arquitectos como Le Corbusier
(1887-1965)- y con el diseño de muebles de
tecnología moderna -realizados por proyectistas como
Walter Gropius (1883-1969) y Marcel Breuer (1902-1981)-
conjuntamente a los avances devenidos de lo que se dio en llamar
filosóficamente como la Modernidad: la negación del
pasado artesanal y la fe en el futuro que las ciencias
físico-matemáticas posibilitaban junto a la
estética geométrica, abstracta y vanguardista,
reforzado por los nuevos materiales propios de la
producción manufacturera en serie Taylor-fordista (donde
la antigua artesanía se oponía a la
fabricación industrial).

Es bien sabido por los historiadores de la arquitectura
que el Movimiento Moderno en Arquitectura dio por finalizado, por
lo menos en Argentina, a la arquitectura
eclecticista-historicista (Beaux Arts); lo que
efectivamente se logró con el edificio:
Kavanagh.

Pero el fin del método Beaux Arts no
solo lo marcaría el edificio Kavanagh, sino un conjunto de
otras residencias como la de Victoria Ocampo de Barrio Parque
(tesis arquitectónica moderna), ejecutada por Alejandro
Bustillo (1889-1982) y construida en calle Rufino de Elizalde
nº 2831, en Palermo Chico (hoy propiedad del Fondo Nacional
de las Artes); que se construyó en lugar del proyecto que
le fue encargado a Le Corbusier a través de Adela Atucha
de Cuevas de Vera. Lo que por otro lado ha sido motivo de
equívocos asociados con Le Corbusier (lo cierto es que
este la ponderó en su único viaje a Buenos Aires en
1929); pero se reitera que fue Alejandro Bustillo y no Le
Corbusier quien la proyectó.

Paradójico resulta ser que Alejandro Bustillo fue
más conocido por sus realizaciones de arquitectura
neoclásicas (Beaux Arts) que por esta residencia
para la famosa intelectual de Argentina, que supo marcar a toda
una generación de vanguardistas: Victoria
Ocampo.

Efectivamente, Le Corbusier escribió acerca de
esta residencia de Victoria Ocampo (proyectada por Bustillo) en
el barco en el que regresaba a Europa, luego de su visita a
Buenos Aires en 1929. Lo publicó en su libro
Précisions sur un état de
l´architecture et de l´urbanisme
(1930).
Ahí, el autor decía sobre la pureza del
racionalismo arquitectónico que era la vanguardia en
aquella época:

"Buenos Aires es un fenómeno integral
(…) Salvo el interior de la casa de la señora
Ocampo (…) Hasta ahora ella solamente ha hecho el gesto
decisivo en arquitectura, construyendo una casa que hace
escándalo (…) Se encuentran en ella Picassos y
Légers en el marco de una pureza que raramente he
encontrado". [43]

Transcurrida algo más de una década, al
filo de la 2º Guerra Mundial, Victoria Ocampo debió
optar por su residencia de Palermo (moderna) o San Isidro
(victoriana). Y traicionada por la querencia, volvió a la
casa de espíritu victoriano, inspirada en la arquitectura
finisecular. Por otro lado, los interiores de Villa Ocampo son
fruto del reciclaje de un edificio finisecular en clave moderna.
No existen muchos ejemplos de una operación
arquitectónica de este tipo en la Argentina del
período; donde la arquitectura está influida por la
literatura, en una mezcla que raramente se encuentra:
universalidad y particularidad, tradición y vanguardia,
una modernidad rioplatense.

Pero: ¿Qué utilidad práctica
presenta estudiar esta especie de pasado premoderno dentro de los
tiempos modernos que empezarían principalmente a correr a
inicios del siglo XX, tanto en arquitectura como en diseño
de muebles? Esto no significa solo una oportunidad para recuperar
el "pasado simbólico" (del mueble de estilo
artístico), recodificándolo a los signos actuales
de los nuevos tiempos que corren en la actualidad (según
los teóricos de la Posmodernidad); sino que,
también se podrán entender fundamentos mucho mas
remotos (algunos podemos rastrearlos al siglo XIII con el
Gótico inclusive) sobre la estructura funcional,
tipológica y estructural (técnica-material) de los
elementos componentes del diseño de muebles artesanales y
de ebanistería (que el Movimiento Moderno en Arquitectura
y diseño de mobiliario industrial, seriado, masificado y
mecanizado imitó en muchos aspectos). Pues, mucha herencia
del pasado, recibió el Moderno siglo XX, a pesar de que la
vanguardia impuso nuevos patrones estéticos y
tecnológicos (y que los fueron).

Pues como se demostró en la Tesis de
Maestría en Estética y Teoría del Arte
(UNLP, 2008), los modos simbólicos y materiales de
sentarse, comer, dormir y otros presentes en los objetos y
muebles propios del habitar doméstico y privado
corresponden a una evolución histórica del campo de
la cultura. No son un fenómeno propio del siglo XX, vienen
con anterioridad a los planteos de la Modernidad
filosófica y del Movimiento Moderno en el diseño de
muebles. Ejemplo: Tanto el diván
[44]como el sofá moderno que
representan más un mueble para semi-recostarse que
exclusivamente para sentarse, evolucionaron a partir del
canapé [45]en tanto la conocida
chaise-longue [46]basculante del
mundialmente famoso Le Corbusier era la suma de una
bergère [47]+ una butaca para los
pies (del tipo escabel [48]Por otro lado,
la marquise (marquesa) que era la la duchesse
[49](duquesa) de 1760, en 1800 se
transformaría en el sofá canguro o psyche
(no confundir con el espejo de gran tamaño
"psyché").

A su vez, algunos muebles como los almaiar
[50](armarios) y los cabinets (armarios
con patas) habían adoptado para rematar los muebles el
elemento arquitectónico clásico denominado
"frontón o frontis" (con forma de triángulo
isósceles), muy usado en los templos griegos y durante el
Renacimiento. Otros muebles habían adoptado de la
arquitectura la cornisa [51](cuerpo
compuesto de diversas molduras que sirve de remate a la parte
superior del mueble). En efecto, la arquitectura (Arte Mayor)
siempre ha influido en el diseño de muebles (arte menor)
[52]

Con el Luis XIV (barroco), que fue un estilo potente,
suntuoso y masculino; en épocas de las cortesías,
las grandes ceremonias y el esplendor de la corte del Rey Sol. Se
generaron muebles muy suntuosos generalmente más anchos
que los de la corte de Luis XIII con el objetivo de ser capaces
de albergar los voluminosos trajes de la época.

Esto no solo habla de la estrecha relación entre
la evolución del mueble y de la arquitectura; sino del
diseño con el campo de la cultura. De aquí lo
inevitable de analizar las interacciones entre los estilos de
Arte, la Arquitectura y el diseño de muebles artesanales
(ebanistería) con la historia y la cultura
burguesa.

Entonces, la importancia del estudio de los modos de
habitar de la burguesía nacional consiste en que impuso
patrones «estéticos» y
«funcionales» inspirados en Europa (principalmente de
Francia e Inglaterra), los que en muchos casos fueron realmente
nuevos, reinventando -por ejemplo- las formas de sentarse con
nombres fantasiosos como: la caqueteuse
[53]la voyeuse [54]la
veilleuse [55]la marquise
[56]la méridienne
[57]la duchesse [58]el
confidente [59]y otros muebles.
Revalorizando el patrón estético-funcional de
diseño de interiores premoderno, mas importante que ha
tenido la historia europea antes de la Revolución
Francesa.

De hecho, la interminable lista de voces francesas
usadas para designar a los distintos tipos y variedades de
muebles da una idea bastante acabada de la
transculturación que operó por aquellos años
de 1860 y hasta 1936 en la Argentina -burguesa- que los
adoptó.

Análogo a los muebles para «sentarse»
[sillas, sillones y sofás], se crearon dentro del estilo
Luis XIV [barroco], toda una serie de muebles para
«acostarse» [camas] con nombres fantasiosos como:
cama au tombeau [60]a lo
ángel
[61]a la duquesa
[62]a la imperial [63]y
de audiencia [64]entre tantos otros
muebles [65]para dormir con dosel [techo]
que poseían variaciones sutiles en la ornamentación
y los cortinados. Incluso la cama denominada "a la
revolución"
hacía clara referencias a la
Revolución Francesa; que marcó el fin de los
estilos de decoración de interiores inspirados en el
«viejo» Orden Social (con mayúscula)
Absolutista-monárquico y dio inicio al «nuevo»
Orden Social Burgués.

Luego, dicho «nuevo» Orden Liberal
[burgués] dio origen a los estilos de arte en el
diseño de muebles como el Chippendale
[66](el estilo más burgués ilustrado
decimonónico) o el estilo Imperioimpuesto por
Napoleón– que se extendió en el primer tercio del
siglo XIX por toda Europa, inspirado en los estilos de los
grandes imperios de la antigüedad. Aunque debemos
diferenciar a estos estilos burgueses «no-modernos»
[artesanales] propios de fin del siglo XVIII, todo el siglo XIX y
hasta principios del siglo XX; frente a los estilos burgueses
«modernos» [industriales] propios del Movimiento
Moderno y la Escuela de la Bauhaus a partir de 1920 en
adelante.

De este modo esta tesis busca enfocarse en el
diseño de muebles artesanales o «arte menor»
(derivado de las Bellas Artes o «Arte Mayor»), como
lo describe Luis Feduchi en Historia del mueble
(1946), derivado no solo de la historia del Arte, sino de la
Arquitectura también [67]

El mueble artesanal permitió inspirar el
diseño del mueble industrial. Esto quedo demostrado en la
Tesis de Maestría en Estética y Teoría de
las Artes FBA-UNLP (2008) [68]donde se
sostenía que el diseño de muebles del siglo XIX,
realizado por proyectistas idóneos, técnicos,
artistas y arquitectos se inspiró en las Bellas Artes
(Arte Mayor) y la historia de la arquitectura.

En síntesis, podemos aprender -y mucho- del
pasado y de la historia que nos da memoria. El diseño de
muebles (incluso Moderno, seriado, industrializado,
contemporáneo) evidencia esa historia, ese pasado, esa
memoria.

En definitiva, esta Tesis de Doctorado desafía
los límites mismos impuestos por la enseñanza
académica de las carreras de Diseño Industrial en
la Argentina (que es justamente «industrial» y no
«artesanal» y como tal es académicamente
Moderna, por la herencia de la Bauhaus). Buscando marcar un hito,
un cambio epistemológico al modo de concebir la historia
del diseño, que pueda derivar en el debate institucional
para la introducción de cambios pedagógicos a nivel
académico.

Por lo que se podría incorporar a la
enseñanza de la Historia del Diseño Industrial en
Argentina el diseño de tipo «artesanal»
[69]de un modo dialéctico con la
manufactura «industrial» moderna; superándose
las fechas históricas en que el estudio del mismo solo es
válido a partir del siglo XVIII (con las bases sentadas
por la Revolución Industrial de 1760/1830
aproximadamente). Integrando los modos y estilos de la
manufactura «artesanales» (como la
ebanistería) a la producción
«industrial»; esto expandirá la teoría
al aprendizaje que requiere el Movimiento Posmoderno en
diseño de muebles iniciado por teóricos de la
arquitectura como Robert Venturi cuando escribió:
Complejidad y contradicción en
arquitectura 
(1966) [70]

Pero, si se desea justificar aún más el
área temática de interés para defensa de la
Tesis de Doctorado, se puede anexar que dentro de la casa u
hogar, donde habitamos, se encuentran los distintos ambientes
(cocina, comedor, living, dormitorios, baño y otros
ambientes); siendo espacios donde depositamos nuestra cultura
material doméstica con sus artefactos, utensilios y
muebles entre otros objetos privados. Donde el estudio de tales
muebles y objetos de arte no ha sido abordado integralmente por
la bibliografía de Historia del Arte (Arte Mayor, con
mayúscula), o de la Historia de la Arquitectura, o de la
historia del Diseño Industrial, o de la historia del
diseño de muebles artesanales (arte menor, con
minúscula, dependiente de la Arquitectura y el Arte
Mayor); para el caso de la Argentina del período:
1860-1936.

Efectivamente es Luis Feduchi en Historia del
mueble
(1946) quien lo aclara: "Desde nuestro punto
de vista -más elemental- de la historia del mueble, arte
menor dependiente de la arquitectura y del ambiente social,
(…)" [71]

Entonces, para comprender la historia del mueble y de la
decoración de interiores será necesario entender la
historia de sus hermanos mayores -la Historia del Arte y la
Historia de la Arquitectura-; razón por la cual en cada
instancia que se cite al Arte y la Arquitectura, no se desea
realizar un análisis del Arte por si mismo o de la
Arquitectura, se desea entender el Arte y la Arquitectura para
entender al hermano menor del diseño de muebles
artesanales (de ebanistería). Dado que es el
"diseño de muebles" y la "decoración de interiores"
el eje central (objeto de estudio) de esta Tesis
Doctoral.

Materiales de
investigación

FUENTES PRIMARIAS:

Los materiales de investigación (fuentes
primarias) son de dos tipos:

• Palacios franceses: El listado de
viviendas correspondientes a la burguesía y analizadas con
sus ambientes y muebles catalogados abarca el período
comprendido entre: 1854 y 1932. En muchos casos se disponen de
las fechas exactas de inicio y/o finalización de la obra,
en otros de aproximaciones muy exactas (circa). La lista
corresponde a tres (3) residencias:

  • El Palacio Arruabarrena, de la ciudad de Concordia,
    Provincia de Entre Ríos (edificado en:
    1919).

  • La exresidencia Errázuriz-Alvear, actual
    Museo Nacional de Arte Decorativo (edificado entre: 1911 y
    1918).

  • El Palacio Paz, actual sede del Círculo
    Militar, proyectado por el arquitecto Louis
    Sortais.

• Residencias de campo y casas-quintas: La
lista corresponde a dos (2) residencias:

  • El Palacio San José de la familia Urquiza, en
    Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos
    (edificado entre: 1854 y 1858).

  • La Quinta Jovita de Don Rufino de la Torre Haedo y
    Doña María Cipriana Soler Otálora, en
    Zárate, Provincia de Buenos Aires (edificada en:
    1870).

• FUENTES SECUNDARIAS:

Los materiales de investigación (fuentes
secndarias) son de dos tipos:

• Palacios franceses: El listado de
viviendas correspondientes a la burguesía y analizadas con
sus ambientes y muebles catalogados abarca el período
comprendido entre: 1854 y 1932. En muchos casos se disponen de
las fechas exactas de inicio y/o finalización de la obra,
en otros de aproximaciones muy exactas (circa). La lista es la
siguiente: La exresidencia Mitre (edificada en: 1860); el Talar
de Pacheco (edificado en: 1880); el hôtel
particulier
, exresidencia Lanús (edificado en: 1912).
Otros ejemplos, del Arq. Alejandro Christophersen son las
siguientes edificaciones: el antiguo hôtel
particulier
de Antonio Lelor (hoy Circulo Italiano) y el
Palacio de la familia Anchorena, actual sede del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto (edificado entre: 1905 y 1909).
Esta lista de arquitectura beaux arts continua con los
casos siguientes: la exresidencia de Juan Antonio
Fernández Anchorena, exresidencia presidencial de Marcelo
T. de Alvear (edificado en: 1909); el hôtel
particulier
de la exresidencia Peña, actual sede de
la Sociedad Rural Argentina (edificado en: 1905); el Palacio
Bosch (edificado en: 1917); el Palacio Celedonio Pereda, actual
sede de la Embajada de Brasil (edificado en: 1917); el Palacio
Alvear, actual sede de la Embajada de Italia; la exresidencia
Tornquist, actual sede de la Embajada de Bélgica; la
exresidencia Acevedo, actual sede de la Embajada de Arabia
Saudita (edificada entre: 1929 y 1932); el palacio Ortiz
Basualdo, actual sede de la Embajada de Francia, obra del
arquitecto Pablo Pater (edificado en: 1912); el Palacio Ferreyra
(edificado en: 1910) y la exresidencia Atucha (edificada en:
1915).

• Residencias de campo y casas-quintas:; la
casa de campo en la Provincia de Buenos Aires de la familia
Tornquist (en Sierra de la Ventana), obra del arquitecto C.
Nordmann; el casco de la estancia Huetel, de Concepción
Unzúe, obra del arquitecto Jacques Dunant (edificado en:
1916); la estancia San Simón de Ángela Unzúe
de Alzaga (edificada en: 1918). Asimismo, las dos casas-quintas
tradicionales como la residencia El Talar de la familia Pacheco
Anchorena en General Pacheco (Municipio de Tigre), y el Palacio
Miraflores de la familia Ortiz Basualdo en el barrio de Flores; y
en Mar del Plata, la Villa Ortiz Basualdo, obra de los
arquitectos Luis Dubois y Pablo Pater. Por otro lado la estancia
La Candelaria del Dr. Celedonio Pereda (edificada entre: 1923 y
1927); la exresidencia Ivry de la familia Duhau (s/f); la villa
San Souci (edificada entre: 1914 y 1918); la villa Ocampo, en San
Isidro (s/f) y la villa Victoria Ocampo, en Mar del Plata
(edificada en: 1912).

Objetivos de la
investigación

• OBJETIVO PRINCIPAL: Se pretende crear
nuevas categorías de análisis que simplifiquen la
compleja y extensa Historia del Arte y de la Arquitectura
aplicadas al estudio de la historia del mueble. Por lo que se
busca encontrar un nuevo ordenamiento u «Orden
Estético» (que reemplace a las denominaciones
tradicionales como: gótico, renacimiento, barroco,
rococó, neoclasicimo, etc.). Es decir, que se pretende
crear nuevas categorías teóricas de
análisis, mucho mas simples que engloben a dichas
denominaciones tradicionales basadas en los "estilos"
artísticos y que se fundamenten en un «Orden
Social» mas amplio, generalista y abarcativo de la historia
(basado en la economía y los tipos de modelos productivos
de cada sociedad, tomando como patrón teórico el
materialismo histórico marxista; dado que posee la
legitimidad teórica, académica, histórica,
política y económica desde una visión
sociológica capaz de ampliar la visión sobre la
Historia del Arte). Pues el arte y la arquitectura no pueden
escapar al poder y la política que gobiernan la historia
de cada sociedad (de hecho son una manifestación u
objetivación material -como la punta de un iceberg
sumergido bajo el agua-, siendo que la parte mas grande es
invisible a los ojos, está por debajo del agua, y es el
soporte de la punta visible). En esta metáfora, el Arte es
la punta del iceberg visible (la "estética" como
materialización de la "historia política" de cada
sociedad y sus modos de producción
económicos).

OBJETIVOS SECUNDARIOS:

  • Se busca interpretar el paradigma de la arquitectura
    «civilizada» (palacios neoclásicos
    franceses de la Academia de Bellas Artes de París) que
    en la Argentina del período 1880-1936 se impuso no
    solo en la arquitectura sino en relación a la
    decoración de interiores y diseño de muebles
    (inspirados en el Palacio de Versalles). Pero se pretende
    buscar la explicación en los conceptos teóricos
    criollos creados por la Generación de intelectuales de
    1837 como D. F. Sarmiento (1811-1888); como grandes modelos
    explicativos de la «civilización» desde
    una vertiente literaria nacional que adoptó y
    transformó la Generación de 1880 de burgueses
    originarios de la Argentina.

  • Dado que como se sospecha -hipotéticamente-
    que la burguesía nacional impuso un patrón en
    la decoración de interiores, traído de la
    «civilizada» Europa, que perdura hasta hoy en
    día como el máximo logro estético previo
    al Movimiento Moderno en Arquitectura y diseño de
    mobiliario. Es un objetivo particular determinar a que tipo
    de estética corresponde la decoración de
    interiores de cada residencia de la Argentina de1860 y 1936.
    Para comprender a que tipo de "estética" corresponde
    el diseño de muebles de ebanistería,
    será necesario revisar las categorías
    tradicionales de los "estilos" de la Historia del Arte y la
    Arquitectura (ejemplo: gótico, renacimiento, barroco,
    rococó, neoclasicimo, etc.)

Marco teórico
(Parte 1)

Se realiza una introducción histórica a la
Generación de 1880, esa Belle Époque Argentina
entre 1860 y 1936.

Quizás lo más conveniente sea comenzar con
una ubicación en el espacio y el tiempo de la Argentina
del período 1880-1914. En todo caso la pregunta
sería: ¿por qué comenzar el estudio en ese
período histórico? Habida cuenta de que la
respuesta a la pregunta: ¿por qué el estudio de la
Argentina? No merece respuesta debido a su obviedad, pero:
¿por qué el año 1880? ¿Por qué
esta fecha histórica?

Dicho de otro modo: ¿Por qué la
Generación del 1880?

La respuesta consiste en que en esos años que van
del 1870 al 1880 queda la impronta de todos los elementos que van
a caracterizar a la Argentina moderna, con sus ciudades, y el
ingreso en los "años dorados de comienzo del siglo" (siglo
XX), como lo describió Ernesto Sábato en La
clase dominante en la Argentina Moderna. Formación y
características
(1991). Y en tanto ello
sucedió, se conformó el hogar doméstico
moderno también con todos sus muebles, artefactos y otros
objetos.

En esta fecha, la ciudad de Buenos Aires verdadero
paradigma, dejó de ser la "Gran Aldea" para transformarse
en una urbe cosmopolita de carácter, como ya dijimos,
europeizante. La existencia de tiendas como Gath y Chaves, El
Louvre bonaerense, la ciudad de Londres, con "las vitrinas a la
moda europea", otras tiendas lujosas en la calle Florida, el
Hipódromo, los jardines de Palermo, y las nuevas avenidas,
completaban el aspecto de la ciudad de Buenos Aires en el
año 1882, explica Graciela Elena Caprio en
Consecuencias culturales del proceso de
urbanización, Buenos Aires 1880-1910

(1985).

En este período clave se produjo el proceso de
estructuración de la Gran Aldea de Buenos Aires, como
explica David Kullock en Ciudad, vivienda y sociedad.
Apuntes para un enfoque integral
(1985). Esta fase clave
de la historia, que abarca desde 1852 hasta 1914, se corresponde
con el vertiginoso proceso de crecimiento, denominado
período de Organización Nacional o el "proyecto del
"80", sostiene el autor.

El proyecto de la "Generación del ´80" es
quizás el más completo para reordenar y modificar
desde sus bases la sociedad argentina. Una generación de
ideas liberales, europeísta, seudo-culta
(pseudo-civilizada), ansiosa por dejar atrás un pasado
catalogado por algunos de sus ideólogos -Domingo Faustino
Sarmiento (1811-1888)- como «bárbaro» y que,
sin embargo, no puedo romper con al antiguo soporte de la
economía, que fue la tierra (símbolo de la barbarie
de Sarmiento). No pudo instalar la
«civilización» (de Sarmiento)
urbano-mecánica, que estaban llevando adelantes los
anglosajones; lo que para algunos autores (como Sábato)
retrasó al país.

Otros autores coinciden en que este período
está ligado a la formación del Estado Moderno
Argentino y a la inmigración masiva (de donde
nacería posteriormente la clase media argentina y con ella
sus necesidades habitacionales hogareñas y toda una
cultura material doméstica de las masas), responde
María Isabel Hernández Llosas en La
dimensión social del patrimonio. Tomo II
(s/f).
En este sentido, es importante crecimiento de los centros urbanos
y, en particular, de la Ciudad de Buenos Aires, sostienen Leandro
Gutiérrez y Juan Suriano en Vivienda,
política y condiciones de vida de los sectores populares,
Buenos Aires 1880-1930
(1985).

Muchas veces se ha dicho que 1880 representa el fin de
la Argentina «épica» y el comienzo de la
Argentina «moderna», sin embargo la frase es
válida sólo en un determinado sentido: las guerras
y los levantamientos de caudillos fueron dejado atrás y es
cierto que nacieron los partidos políticos y los debates
parlamentarios, pero también nacieron nuevos problemas y
enfrentamientos (especialmente con la inmigración y sus
consecuencias habitacionales).

Los hombres que vivieron alrededor del eje
cronológico del año 1880 se los llamó
"Generación del "80". Esta generación se
caracterizó por un grupo de hombres que en la
política, la enseñanza y la literatura dieron un
nuevo signo a su tiempo: práctico, ejecutivo y
programático, con tinte europeo pero a la vez con sello
nacional. Tinte calificado como porteño-afrancesado por
Fabio Grementieri en Grandes Residencias de Buenos Aires.
La influencia francesa
(2006).

De aquí que lo mas apropiado sea hablar de
"sincretismo material doméstico criollo-francés".
Pues algunos rasgos fueron franceses y otros fueron propiamente
criollos, eso puede ser observado claramente en la mezcla de
muebles provenientes de Portugal y de Francia como los que
había en las distintas habitaciones o cuartos de
huéspedes de la casa de J. Urquiza (donde se alojaron
visitantes como Sarmiento) residencia de campo – Estancia del
Palacio San José – del General Urquiza (1801-1870),
Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos
(combina muy bien aspectos de la cultura gaucha-criolla, haciendo
honor de lo debía ser un buen caudillo federal, con
aspectos afrancesados importados de Europa se su
época).

Uno de los grandes hitos de la historia de la
arquitectura en nuestro país fue la construcción de
la residencia del general Urquiza que demandó nueve
años (entre 1848 y 1857) y fue por siempre una de las
obras de mayor suntuosidad. Tuvo el privilegio de ser la primera
casa del país que contara con agua corriente y de ser
iluminada con gas acetileno; esto la transforma en un caso
paradigmático para su estudio.

El proyecto de la generación del ochenta, es
quizás el más completo intento de reordenar y
modificar desde sus bases la sociedad argentina (en lo
económico, en lo social, en lo político y en lo
cultural), aunque no nos atañe en este análisis
discutir esos aspectos (dado que no es nuestro objetivo de
investigación). La historia no volvería a registrar
otra coyuntura en la cual la elite dirigente tenga un tan
completo acuerdo sobre lo que deseaba hacer con este
territorio.

La ubicación de la Argentina en el mundo estaba
condicionada, pues, tanto por su situación americana como
por sus relaciones con la Europa dominante. En ese clima
internacional y regional habría de actuar una
generación decisiva, polémica y eficaz. La
"Generación del "80" fue, en ese sentido, el nombre de una
encrucijada, reconocida como tal por cierta historiografía
y como punto de partida de una envidiable aventura
política, social y cultural según otras
perspectivas.

La "Generación del ´80" estaba constituida
por un conjunto de intelectuales y dirigentes, una elite que
culmino la obra denominada "organización nacional".
Aparece la oligarquía nacional (heredera de los patricios
o "padres de la Patria") y se crea el Moderno Estado
Argentino.

Desde lo político, se creó un
régimen que identificamos como el resultado de la "alianza
de los notables" y que se tradujo en una república
aristocrática con un orden conservador, logrando
consolidar un sistema de poder. Los hombres de la conocida
"Generación del ´80" dieron esas respuestas, no
extrañas a la óptica normativa de la
constitución nacional: la república
aristocrática era una forma política en
funcionamiento.

La oligarquía argentina (elite "única y
natural" o elite nativa) era un grupo social modernizador. El
proyecto de transformación nacional puesto en marcha a
partir de 1880 se proponía introducir "la
civilización europea" en el país de los
querandíes (grupo aborigen que habitó la
región litoral alrededor de la ciudad de Buenos Aires).
Liberal y cosmopolita, la elite establecida ejercía sobre
el país una dominación ilustrada. Defendía
ferozmente sus privilegios de clase social acomodada, pero se
apoyaban en la razón: animadora del progreso, su
conservadurismo se teñía de una filosofía
positivista. Una mezcla criolla conveniente a sus intereses
económicos.

Recordemos que la "oligarquía" es la forma de
gobierno de unos pocos que pertenecen a una misma clase social
privilegiada también identificada como
"aristocrática", y que en la Argentina de 1880
correspondía a unas aproximadamente 400 familias que
conformaban la burguesía terrateniente o elite dominante
de la Argentina moderna (de las cuales en Buenos Aires
vivían aproximadamente 100 familias). Esta era la elite
porteña formada por las familias mas adineradas, de
apellidos importante como los "Anchorena", propietarios de todos
los grandes territorios de la provincia, y que crecían
económicamente gracias a la exportación de los
productos agrícolas que eran sembrados en sus propias
estancias y dueños de casi todo el poder político.
Como burgueses estaban encargados de la conducción
económica del país.

Efectivamente, la clase alta en el año 1880 era
básicamente una elite porteña, que estaba
conformada por aproximadamente 400 familias acaudaladas y
terratenientes llamada considerada como la "gran
burguesía" agrícola-ganadera; eran liberales en lo
económico, pero conservadoras en lo político.
Vivían en Buenos Aires, la ciudad más moderna del
año 1900, según Carlos Fuentes en Valiente
Mundo Nuevo
(1990).

Esta oligarquía fue importante en aquel momento
de nuestra historia, para motorizar la economía. Pues, la
Argentina entre 1880 y las vísperas de la 1º Guerra
Mundial, comparada consigo misma o con el resto del mundo
exhibía índices de crecimiento económico
impresionantes (orientándose hacia las exportaciones
agropecuarias).

La oligarquía-aristocrática argentina
condujo al país a la prosperidad y lo reveló al
mundo, consideraban que tenían derecho de manejar el
destino del país; en efecto, el inmigrante sólo
sería un visitante, debía saber conservar su lugar
y aceptar la suerte que tuviera. Por eso, a medida que se
constituía ese impreciso sector de inmigrantes e hijos de
inmigrantes, la clase dirigente criolla comenzó a
considerarse como una aristocracia, a hablar de su estirpe y a
acrecentar los privilegios que la prosperidad le otorgaba sin
mucho esfuerzo. Despreció al humilde inmigrante que
venía de los países pobres de Europa, precisamente
cuando se sometía sin vacilaciones a la influencia de los
países europeos más ricos.

La oligarquía fue una clase que tuvo el manejo
político y gozó del bienestar económico de
modo exclusivo y excluyente. En este sentido pudo disfrutar de
una buena posición económica por su enriquecimiento
como clase latifundista poseedora de la propiedad de la tierra.
Asimismo, ejerció el poder político en tanto y en
cuanto no permitía la participación política
del resto de la sociedad (económicamente pobre),
situación que se prolonga hasta la sanción de la
Ley Sáenz Peña de 1912.

Todos estos hombres de la clase dirigentes
(oligarquía aristocrática) eran positivistas, es
decir: estaban convencidos que el «progreso» (aunque
no la desarrollaran desde adentro, si estaban abiertos a su
influencia desde afuera, principalmente inglesa y francesa)
estaban directamente relacionados con el avance de las ciencias.
Pensemos como la tecnología de aquella época cambio
la vida de todos los ciudadanos: el teléfono,
telégrafo, ferrocarril, molinos de viento, maquina
agrícolas, luz eléctrica, etc. (esto serían
un buen caldo de cultivo para el ingreso al país de la
Modernidad científico-tecnológica que se estaba
dando en el mundo capitalista occidental avanzado, lo cual no
significaba que se diera del mismo modo desde nuestro lugar
Sudamericano en general y Argentino en particular). Pero
igualmente fue una clase que favoreció el ingreso de la
Modernidad, aunque solo lo hiciera como
«modernización» tecnológica-dependiente
de Europa. Respetaban el progreso europeo.

La aristocracia-oligárquica era un conjunto de
hombres que devotamente creía en el progreso (pero un
progreso mal entendido para el desarrollo de la industria
nacional que permitiera independizarnos productivamente y no
depender en tan importante medida de los productos manufacturados
fuera del país con elevado valor agregado, que por otro
lado fomentaban el capitalismo industrial no-argentino y
sustentaba a una burguesía industrial no-nacional o
burguesía industrial británica, tal como Jorge
Sábato lo explicó).

Estos hombres dirigentes, encargados de conducir al
país política y económicamente
pertenecían en su mayoría a una elite tradicional
(heredera de la tierra y el poder político y
económico del país) de familias criollas, con
culturas y vida social muy similares y  con gran poder
económico, que se vinculaban según sus intereses
comunes respecto a la exportación y el comercio exterior
de los productos que ellos producían (defensores del
"liberalismo económico ortodoxo" pero no del "liberalismo
político", o sea que eran "capitalistas dependientes" de
Europa y "poco democráticos" porque no les
convenía).

Eric Hobsbawm en La era del imperio
1875-1914
(1987) describió la situación de
la Argentina dentro del concierto mundial de la música
capitalista-imperialista, podemos agregar la metáfora en
que Argentina -para aquellas épocas- tocaba los platillos
bajo una dirección de orquesta que ejecutaba las mas
dulces melodías económico-inglesas. Según el
mismo Eric Hobsbawm en Historia del siglo XX
(1998), a países como Argentina, de principios del Siglo
XX, se les reservaba un papel secundario (dependiente de los
países avanzados para su época) dentro de la
economía mundial. De todos modos, señala Hobsbawm,
tiempo mas tarde con lo que el autor denomina "El Fin de los
Imperios", esta situación se empezaría a revertir
en épocas de la 1º Guerra Mundial (aunque en
Argentina se alargó hasta la década de
1930).

La ideología imperialista que había
penetrado en la Argentina desde 1880 persistiría hasta
1930 en la Argentina (fecha en comienza a instalarse la
industrialización nacional). Desde 1880 hasta 1936 el
país sería "agrícola-ganadero" y luego de
1936 "industrial".

Es imposible explicarse la historia política
Argentina sin referencia a este marco económico, pues el
país estaba en la etapa de organización y
consolidación como Estado, y su clase dirigente
decidió que había que insertarse en el mercado
europeo, cuyas necesidades eran esencialmente que se los
proveyera de materias primas, como la lana, carne, cereales y
otras materias primas. La Argentina comenzaba a adentrarse en los
avatares del mercado capitalista mundial.

Para el crecimiento del país era necesario que se
integre cuanto antes al mercado internacional como productor de
materia prima. Las fábricas de las grandes potencias
mundiales necesitaban materia prima y Argentina podía
producir todo eso, pero para ello, hacia falta capitales
(ingleses), tecnología (europea) y mano de obra
(inmigrantes). La imagen institucional de Argentina en el
exterior era buena, y países como Inglaterra apuntó
sus capitales para esta región del planeta.

En un país donde predomina una estructura
agro-exportadora (modelo agro-exportador 1850-1930), se entiende
que ello implica un escaso desarrollo de las actividades
industriales. Todos estos desarrollos agro-exportadores tienen
por causa esencial el acelerado desarrollo industrial moderno que
comenzó en Gran Bretaña y se articuló – como
ya se dijo – con efectos nefatos para nuestra industria
nacional.

Para aclarar un poco las cosas, la
oligarquía-aristocrática nacional de la denominada
"Generación del ´80" aunque defendiera la ciencia (y
en consecuencia la tecnología industrial derivada del
fruto de esa ciencia aplicada), lo defendían desde un
punto de vista europeo (no nacional) lo que no beneficiaba a la
industria local (porque compraban y fomentaban la compra de
productos manufacturados con alto valor agregado, afuera del
país).

La Revolución Industrial europea (iniciada
aproximadamente hacía 100 años atrás en el
tiempo) estaba produciendo un brusco crecimiento de la
población como un no menos espectacular desarrollo de
actividades que requerían enormes masas de materias
primas, produciendo una creciente demanda (de comida entre otras
necesidades), que es la que induce el desarrollo de actividades
agro-exportadoras en muchas zonas del mundo (como Argentina). Las
elites nacionales vieron en ello una oportunidad, mas que para el
país, para su situación de clases sociales
gobernantes (y para mejorar y sostener su poder).

El período de la economía agro-exportadora
(1850-1930) de la pampa húmeda estaba distribuida entre la
agricultura (especialmente cereales, trigo y maíz) y
ganado vacuno. La agricultura dio un nuevo impulso a la demanda
de mano de obra (agricultura, ganadería, ferrocarriles,
frigoríficos en materia de carne, silos y molinos en
materia de cereales) y con ello el aumento de la
población. Así es como se entenderá luego el
proceso inmigratorio. Esta sociedad agro-exportadora nacional
sería la responsable de una verdadera importación
de mano de obra, mediante un masivo proceso inmigratorio
proveniente principalmente de España e Italia.

La transformación demográfica del
país respondía a los intensos cambios producidos
desde que comenzaron a refinarse los ganados vacunos y ovinos y a
extenderse las áreas de cultivo de cereales. En 1883 se
instalaron los primeros frigoríficos argentinos, que al
cabo de poco tiempo fueron sobrepasados por los que se crearon
con capitales británicos y norteamericanos para servir a
la demanda del mercado inglés. Quedaron en su poder los
dos grandes sistemas industriales de carácter "moderno"
que se habían organizado hasta entonces: los ferrocarriles
y los frigoríficos.

A partir de esto se comienzan a advertir las
consecuencias de los cambios provocados por la política
económica-social que habían adoptado las
minorías dirigentes. El naciente proletariado industrial
que se inicia en esta época comenzaba a exigir mejoras y
manifestaba su actitud a través de las huelgas. Eran
generalmente obreros extranjeros (inmigrantes) quienes la
desencadenarían, y la política comenzaría a
variar el contenido gracias a las ideas y al lenguaje que
introdujeron esos inmigrantes urbanos, que habían
adquirido en sus países de origen (conquistando espacios
sociales, económicos y en menor medida
políticos). 

Por otro lado, es preciso destacar que la Argentina no
nació con la inmigración. Los recién
llegados descubrieron un país que poseía una
cultura, una organización política, antiguas
estructuras sociales y sobre todo un grupo dirigente emprendedor
que apelaba a la inmigración para servir a sus propios
intereses. La yuxtaposición de rasgos culturales criollos
y extranjeros constituyó la principal
característica de esta "sociedad en
transición".

En resumen, desde lo económico se importaba la
mayor parte de los productos elaborados que se consumían
en el mercado interno; en lo social se trataba de cambiar usos
nativos a través de la inmigración de mano de obra
y tratando de europeizar nuestras costumbres (salvo que no
llegaron europeos del norte -ingleses alemanes-, como Sarmiento
deseaba, sino del sur: italianos, españoles). Por otra
parte Europa tenía necesidad de colocar un excedente de
producción y de población europea, que en parte
vendrían a parar a la Argentina.

La segunda mitad del Siglo XIX trae el triunfo del
capitalismo industrial mundial y con ello el aumento de la
demanda de materias primas. La mejora en los transportes permiten
el traslado de millones de inmigrantes que van a satisfacer la
creciente demanda de mayor producción.

Si bien, es prematuro hablar de "clases sociales"
según Carl Marx (1818-1883), en la Argentina de la primera
mitad del siglo XIX, la existencia de grupos sociales no es
discutible. En líneas generales pueden percibirse que el
grupo dominante (de poderosas "familias tradicionales") es el eje
de la sociedad Argentina de 1880, las alienaciones sociales se
ordenan en función de sus normas y valores (modernismo
cultural).

Estos tres grupos eran: la "gente distinguida" en la
cúspide (la
oligarquía-aristocrática-terrateniente) que
formarían las clase alta, debajo de todo estaba el
"populacho" indistinto (la chusma de mestizos, criollos nativos,
autóctonos gauchos) que formarían las clase baja, y
entre los dos una población entremezclada, bulliciosa, que
a veces se calificaba peyorativamente como "medio pelo" que
darían lugar a las clase media (pequeños
comerciantes).

Ya fue dicho, pero no está de más
repetirlo, una mayor complejidad social se manifiesto
cuantitativamente en el aumento de la población (con la
llegada de los inmigrantes). Hacia falta mano de obra, ya sea por
que había pocos habitantes o por que los indígenas
no eran adecuados para el trabajo disciplinado y organizado (como
pensaban la aristocracia-oligárquica), por lo tanto
alentaron la inmigración. Una gran masa de trabajadores
inmigrantes con algún oficio como ser: sombrereros,
costureros, zapateos, sastres, panaderos, relojeros, ebanistas,
carpinteros, albañiles (también estaban los
estibadores y changarines del puerto) pasarían a ser la
clase obrera (o proletariado); también trabajaban en los
frigoríficos y los ferrocarriles.

Mientras algunos aplaudieron la llegada de los
inmigrantes otros más conservadores la rechazaron
completamente. La sociedad argentina pronto quedó dividida
en dos: los oligarcas-aristócratas-terratenientes del
grupo dominante de poderosas "familias tradicionales" por un
lado, y los inmigrantes que junto a los mestizos y criollos
autóctonos de nativos formarían el "populacho" por
el otro.

Si bien Karl Marx versó sobre las dos clases
contrapuestas (burgués y proletario), lo cierto es que
Marx, analizando la Inglaterra de la Revolución Industrial
se refería al burgués-industrial; que para la
Argentina subdesarrollada de 1880 implicaba su equivalente
burgués-terrateniente (no industrial), dado que al
país solo le cabía su lugar – dentro de la
economía capitalista imperialista – como productor de
materias primas (agrícola-ganadero) sustentada en la clase
alta (no industrial) o clase
oligárquico-aristocrática-terrateniente-latifundista
(cuyo poder económico Moderno se basaba en un concepto
Premoderno de la posesión de la tierra, una forma de
feudalismo moderno). En este sentido la
burguesía-argentina a diferencia de la
burguesía-inglesa del período 1880, radicaba en que
la Gran Bretaña era un país "industrial" (de fuerte
predominancia urbana) y la Argentina era un país "no
industrial" (de fuerte predominancia rural), a pesar de que la
clase alta viviera en la cosmopolita-capitalista Gran Ciudad de
Buenos Aires.

Si en Inglaterra de 1880 los "medios de
producción" descriptos por Karl Marx eran las
"fábricas" (productoras de bienes manufacturados), en la
Argentina eran los "campos" (productores de materia
prima).

Si bien en Inglaterra de 1880 operaba el modelo
productivo moderno-desarrollado (pasaje de la producción
de la "tierra" al capital "industrial" independiente), en la
Argentina de la misma época el modelo productivo
moderno-subdesarrollado representaba una mixtura entre el
concepto de producción moderno-subdesarrollado
(capitalismo dependiente) sustentado en el factor "tierra" (y no
en el factor "industria" nacional argentina). Para Argentina esta
era una mixtura entre el concepto moderno (del "capital") y el
concepto premoderno (sustentado en el factor
"tierra").

Las pretensiones eurocentristas de la ilustración
dieciochesca presente en esta elite se corresponden con el
discurso imperialista de la modernidad occidental que entraba a
la Argentina de la mano de nuestra oligarquía
aristocrática terrateniente (invasor porque el designio
universalizante de "progreso", "modernidad", "racionalidad" y
"desarrollo" introdujo e implantó esas prácticas en
una amplia constelación de países
periféricos como la Argentina de aquella
época).

Ese propósito universalizante se
fundamentó en una visión binaria del mundo que
postulaba la existencia de "pueblos con historia" y otros sin
ella (distinción hegeliana) o de "naciones civilizadas" en
oposición a "naciones bárbaras", y la
difusión del sentido de misión iba unida a la
convicción de que todos los pueblos se
beneficiarían con la propagación de la
civilización de Occidente (traída a tierra
Argentina por la oligarquía aristocrática de
cuño nacional). Porque la civilización europea se
entendía a si misma como la más desarrollada y la
superior, y este ethos de supremacía la
inducía a civilizar, elevar y educar a las civilizaciones
y culturas más primitivas, bárbaras y
subdesarrolladas. La senda para alcanzar tal progreso y
desarrollo debía ser la misma que siguió Europa en
su propia historia (idea que compartía
Sarmiento).

Surgió esta clase dominante, a la luz de la
historia, como una clase "heroica civilizadora", que le
confería a sus víctimas (la clase obrera-proletaria
y la incipiente clase media que nacería posteriormente) el
carácter de participantes de un proceso de sacrificio
redentor (en el sentido metafórico y literal, dado que
ayudo fuertemente al proceso el cristianismo). Recordemos los
inexorable lazos entre capitalismo y cristianismo (de hecho la
residencia del General Urquiza (1801-1870), declarado museo, se
llama Palacio San José y posee una capilla cristiana). Por
consiguiente, desde el punto de vista de la modernidad
occidental, el primitivo o bárbaro (inmigrante, gaucho,
criollo, mulato y otro) está en un estado de culpa por
resistirse al proceso civilizador; y eso le permite entonces a
los portadores de la modernidad (oligarquía
aristocrática argentina de 1880) presentarse a sí
mismos como los emancipadores o redentores de las víctimas
de su propia culpa.

Por desgracia, estas clases fueron muy ágiles en
copiar los modos de consumo occidentales, pero muy morosas en
adaptarse a los modos de producción europeos y
norteamericanos, sostiene Carlos Fuentes en Valiente Mundo
Nuevo
(1990). Creando sus propios ámbitos
según los estilos europeos, lo que representaba una
modernización, argumenta Graciela Elena Caprio en
Consecuencias culturales del proceso de
urbanización, Buenos Aires 1880-1910

(1985).

El fin de los líderes de la oligarquía
liberal, sería identificado en las figuras de: Mitre y
Pellegrini en 1906, Juárez Célman, Mansilla y
Eduardo Wilde en 1913 y Roca en 1914, por David Viñas en
Argentina: ejército y oligarquía
(s/f).

Está de más decir que la base del poder
social de ésta clase social alta (terrateniente u
oligárquica-aristocrática) era la propiedad de la
tierra. Es verdad que en los orígenes de las grandes
"familias tradicionales" se encuentra frecuentemente al comercio
y a las finanzas, pero la posesión de la tierra pone los
verdaderos cimientos del prestigio oligárquico.

Esta clase social alta impuso, en términos
marxistas, su ideología, en su propio beneficio. Dado que
esta clase oligárquica y aristocrática de la
generación de 1880 disponía – en los mismos
términos marxistas – de los medios de producción
"materiales" (tierra, agricultura, ganadería) y de los
medios de producción "intelectuales" (arte, cultura,
literatura, ciencias, universidades retrógradas para la
época anterior a la Reforma Universitaria).

Sea como fuere, la oligarquía tenía su
centro geográfico: su círculo interno estaba
formado por los más grandes ganaderos. Esos estancieros
pertenecían a la famosa Sociedad Rural Argentina, que
formaba con el Jockey Club y con el Club del Progreso los tres
bastiones tradicionales de la oligarquía
triunfante.

Una minoría enriquecida controlaba el poder de la
ciudad desde una zona porteña completamente modernizada
(Recoleta) donde se instalaron los aristócratas en
mansiones de lujo. La riqueza generada se derrocharía en
la construcción de palacios, monumentos y lujo a la
europea. Crearon un nuevo estilo de vida, con viviendas
suntuosas, gozando de todos los lujos.

La elite del "80, una especie de casta moderna,
buscó en sus distintas manifestaciones al aire libre y
bajo techo, público y privado (y otras como: ocio,
vivienda, vestimenta y actividades deportivas) diferenciarse como
una clase con conciencia de si misma y supuestamente mejor que
otras clases sociales en tanto detentadora del poder
económico y político (y de la conducción del
país).

Específicamente podemos decir que la vida
cotidiana pública (no privada) y ociosa de la
oligarquía-aristocrática (elite dirigente) entre
1880-1916 y de la ciudad de Buenos Aires empleó de un modo
particular su tiempo libre en actividades como: deportes
hípicos al aire libre, fiestas, moda, paseos, veraneos y
clubes exclusivos como el Jockey Club de Buenos Aires y el Club
del Progreso (lugares de diversión y reunión
política simultáneamente), el Teatro Colón,
la Sociedad Rural Argentina, los Hipódromos (Argentino y
de Palermo) y la Facultad de Derecho. Estos lugares tuvieron una
fundamental importancia como centros de reunión de los
sectores poderosos vinculados a la política.

Con paseos en carruajes donde rivalizaban los landeau,
las victorias y los coupés, fabricados con detalles
principescos en Londres o París y que tirados por troncos
de caballos de las mejores razas del mundo transportaban a las
mujeres de la clase alta lujosamente ataviadas. Por otro lado se
visitaban las confiterías de moda. En este sentido el uso
del tiempo libre en actividades superfluas estaba sujeto en el
caso de la oligarquía a un complicado ritual, que
tenía por objetivo la ostentación de las
riquezas.

El viaje a Europa constituía uno de los
indicadores de la posición social de la aristocracia. En
este sentido se agrega al proceso de "aristocratización" y
de refinamiento de los estancieros enriquecidos. De esta manera
el viaje, de manera especial a Francia, se transforma en una
verdadera fiebre (el viaje a Europa se divulgaba por medio de la
prensa periódica).

La afinidad de los argentinos con Francia comienza con
un fenómeno cultural que precedió a los negocios y
a la política. Se hablaba y se amaba el idioma
francés y, a través de éste, se apreciaba el
sentido estético de la vida y el arte. La literatura
francesa era la lectura obligada que, desde mediados del siglo
XIX, deleitaba a muchos e inspiraba a escritores argentinos. En
el campo del arte los argentinos comienzan a coleccionar cuadros
de Renoir, Degas, Monet y Toulouse-Lautrec en otros; así
como bronces y mármoles de Rodin, Bourdelle, Coutan y
otros.

La riqueza promovió y reforzó aún
más la vinculación de la elite con Europa, ya que
además de permitir el acceso a bienes importados de lujo,
periódicos, revistas y libros, posibilitó los
viajes al antiguo continente. Con este contacto directo con
Europa la elite aceleró su proceso de
"europeización" a través del cual los bienes
importados como la vajilla, guardarropas, adornos, muebles,
colecciones de arte y otros fueron incorporados al "patrimonio
cultural" de esta clase alta y considerados como
propios.

La europeización puede ser observada en las
siguientes publicidades, desde muebles, pasando por
lencería, hasta los enseres domésticos como la
platería. Donde se malgastaría una importante
cantidad del excedente de dinero apropiado, pues la vida privada,
cotidiana y doméstica estaba repleta de consumo ostentoso,
suntuario e improductivo. En todos los casos se encuentra
presente en el imaginario de la sociedad, las ciudades de Londres
y París (como focos de luz imperialista europea – francesa
en inglesa – que irradian su cultura al resto del mundo
occidental, Argentina incluida).

Imagen ( 5 ): Revista Fray Mocho
(1910). Publicidades de la casa "Gath & Chaves Ld." Y
mueblería "La Gran Bretaña".

Los veraneos representan otra de las formas propias de
la intimidad social de los sectores dominantes. Además en
las quintas, próximas a Buenos Aires y trazadas por los
llamados "paisajistas" europeos, durante las mañanas y en
los atardeceres grupos de hombres y mujeres practicaban el
críquet (juego de origen inglés que durante
años fue uno de los pasatiempos favoritos de la
aristocracia porteña). También se agregaban las
playas de Montevideo y a partir de 1888 las de Mar del Plata. Por
lo que el veraneo era otra actividad simbólica de la clase
alta (oligárquica) pues los sectores bajos no
concurrían a dichas ciudades balnearias, bien lo cita
Andrés Carretero en Vida cotidiana en Buenos Aires.
Tomo III
(s/f).

Además del críquet se practicaba el tenis,
el golf, el polo y el yatching como actividades deportivas y
recreativas al aire libre.

También se debe a la influencia británica,
francesa y norteamericana, el arraigo de juegos de naipes como el
poker, el bridge, el baccarat y el rumnie, que desplazaron a los
juegos de origen español o criollo en las preferencias de
los jugadores de la clase alta.

Las fiestas de la época comenzaban y
concluían temprano. Los dueños de casa se
esforzaban por brindar un buen rato de esparcimiento a sus
relaciones. Además de los bailes en casas particulares las
fiestas más famosas tenían lugar en el Club del
Progreso y en el Club del Plata, donde las personas
asistían vestidas con vestidos largos (en el caso de las
mujeres) y con elegantes sombreros (en el caso de los hombres).
El color preferido era el blanco para las vestimentas de las
mujeres y el negro para los hombres.

Podemos decir que el estilo de la indumentaria
representaba otro de los símbolos que indicaban la
posición y el poder de la clase social dominante. Si
consideramos a la moda como una manifestación de la "clase
dominante argentina" dentro de una sociedad clasista, la
oligarquía del "80 mostró predilección por
la elegancia entendida como el culto por las cosas antiguas y
todo aquello que estuviera relacionado con el gusto europeo
(línea francesa e inglesa), dado que la "verdadera clase
dominante" no se encontraba dentro de la Argentina sino fuera de
ella ("clase dominante europea" que controlaba
ideológica-política y económicamente a la
"clase dominante argentina" que también controlaba del
mismo modo al resto del pueblo argentino); esta
apreciación es brindada por Jorge Sábato en
La clase dominante en la Argentina moderna
(1991). En este sentido, ya en la década del 1860 tanto
los periódicos como las revistas informan a los lectores
sobre la moda europea a través del sistema de
catálogos que permitía a las mujeres del interior
del país estar al tanto de los avatares de la moda
europea. De esta manera, la elite dirigente encargaba su
vestuario a los mejores sastres de Inglaterra y Francia en sus
frecuentes viajes.

Respecto de la vida cotidiana privada, el papel
simbólico, escenográfico de las nuevas viviendas va
acompañado por su cerrazón hacia el exterior, para
convertirse en un espacio más privado, señalan
Fernando Devoto y Marta Madero (Editores) en Historia de
la vida privada en la Argentina. Tomo II
(1999). Cobra
importancia el sistema simbólico de los elementos
arquitectónicos, sostiene Cristina E. Vitalote en
La dimensión social del patrimonio. Tomo
III
(s/f). Además de mudarse a ciertos lugares de
la ciudad, las estructuras de sus casas estaban desarrolladas
especialmente en Francia.

Si los veraneos representan otra de las formas propias
de la intimidad social de los sectores dominantes, los mismos
ponían en contacto a las familias (permitiendo la
posibilidad de un noviazgo, cuestión que finalmente se
vería destruida con la llegada del fin de la Primera
Guerra Mundial). Los noviazgos que se producían, con el
consentimiento de los padres, poseían una tendencia
neolocal (establecer un hogar independiente) con una fuerte forma
patriarcal relacionada al poder económico de las familias
que daba una estructura monolítica y
autoritaria.

Los hombres encabezaban la familia, o en su defecto las
mujeres viudas. Los hogares de la elite señorial estaban
constituidos por la familia, con el agregado de la servidumbre
(ya fueran familias de elite rural o urbana). Lo cual era
indistinto dado que esas familias de elite rural, eran
terratenientes (poseedores de los campos, grandes estancieros) y
vivían tanto en la ciudad como en el campo
simultáneamente (dado que el campo era su negocio
burgués agrícola-ganadero), de hecho estas familias
adineradas de la ciudad eran las dueñas de los campos
más importantes y poseían importantes cascos de
estancias.

En el período que va desde el fin de la Primera
Guerra Mundial, hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial
(1918-1939), la clase alta argentina recuperó su ritmo de
vida sosegado y sus más frívolas costumbres. Los
hombres todavía conservaban viejas costumbres que
había impuesto la aristocracia de la generación de
1880 (practicar deportes al aire libre como el críquet,
bowling, golf, rugby, tenis, esgrima, polo, pato, remo,
natación, hipismo y pesas, siempre en clubes exclusivos.
Jugar póker por la tarde con los amigos y billar o ruleta
por la noche; intercambiando opiniones de política y
economía). Veraneaban en el Nahuel Huapi, la Cumbre,
Tandil, Necochea, Mar del Plata, en quintas cercanas a la capital
o en los campos de la provincia de Buenos Aires; en otros casos
directamente lo hacían en Europa (esa vieja costumbre de
las clase alta, con circuitos turísticos que
incluían las playas mediterráneas y las pistas de
ski suizas o austríacas, se efectuaban compras de
mobiliarios extranjeros en París o Londres). Todo esto
solo hacía poner más en evidencia la dependencia de
la clase alta argentina de la economía (inglesa) y la
cultura (francesa) del viejo continente, como sostiene
Andrés Carretero en Vida cotidiana en Buenos Aires.
Tomo III
(s/f).

En el año 1930 la clase alta argentina y sus
afanes culturales, como vivían y habitaban los espacios
domésticos, fue narrado por Victoria Ocampo (1890-1979),
ensayista argentina, quien escribió inmejorablemente, la
vida de estas clases desde adentro, en su libro
autobiográfico. Su casa de Buenos Aires estaba situada en
la calle Florida, casi Viamonte.

En los años treinta, los salones de Victoria
Ocampo se transformaron en el centro de la cultura francesa en
Latinoamérica.

La escritora Alicia Jurado, no menos importante que
Victoria Ocampo, ha realizado aportes con respecto a la clase
alta. La casa de su abuela, donde vivió siendo
niña, estaba situada en Juncal 1223. Otros ejemplos de
vida suntuosas y de recibir educación europea pueden
encontrarse en las familias Bunge, Uriburu, Justo, Roca y en la
mayoría de los hombres que participaron de la
política y economía de la década de 1920,
así como los que figuran en las listas de socios del
Jockey Club, de la Sociedad Rural Argentina y del Círculo
de Armas.

Recordemos que antes de la vida suntuosa de la clase
alta de Buenos Aires, esta antiguamente habitaba la zona sur de
la Plaza de Mayo de la ciudad (donde predominaban las casas de
patios, también conocidas como "casas chorizo"); y que
luego se trasladó al norte por causa de las enfermedades
del sur (como la epidemia de cólera del año 1867 y
fiebre amarilla de 1871). Por lo que las clases más
pudientes de la época abandonaron el barrio sur (el
más castigado por la epidemia) y construyeron su nuevo
hábitat en el barrio norte.

A medida que se desplazaban hacia la zona norte de la
calle Rivadavia, iban creando un nuevo paisaje
arquitectónico con nuevos ambientes; construyendo sus
mansiones, abandonando los antiguos estilos de vida en las
"casonas coloniales españolas" o "casas patriarcales" que
respondían a una organización familiar extensa.
Estas antiguas casas de varios patios (casas chorizo), donde
ocurrió – por ejemplo – la infancia de Victoria Ocampo, se
transformaron luego en conventillos u hoteles al ser dejadas en
el sur por estas familias adineradas, para irse a vivir al norte.
Hasta 1880 aproximadamente, la casa patriarcal (casa chorizo),
siguió siendo un modelo para la clase trabajadora
(proletariado inmigrante) al mismo tiempo que la burguesía
la abandonó, sostiene Rafael E. J. Iglesia en La
vivienda opulenta en Buenos Aires: 1880-1900. Hechos y
testimonios
(1985).

Ya no serían las casas de una sola planta
organizadas en torno a patios (antiguas casonas patriarcales, de
herencia colonial), que estas clases mas altas poseían, el
estilo dominante para sus nuevos hogares domésticos; sino
las residencias de varias plantas, de organización
compacta, realizadas con materiales importados y en estilos
europeos (generalmente franceses) en franca aceptación de
las pautas culturales de los países rectores que eran
nuestros socios comerciales (ingleses en lo económico y
franceses en lo arquitectónico, artístico y
cultural).

En tanto, las casonas dejadas en el barrio sur, de
varias habitaciones, que habían pertenecido a esta clase
alta, pasarían a transformarse en los conventillos que
alojarían a los inmigrantes europeos. El resto de la
población de clase baja se asentaría en los barrios
que crecían hacia el sur de la ciudad, hacia Boca y
Barracas. En tanto la clase alta lo haría hacia Belgrano
por el norte. Y las clase media hacia Flores por el oeste. Esto
paulatinamente daría forma a la ciudad de Buenos Aires que
se conserva, con sus variantes, bastante intacta hasta el
presente. Su crecimiento se realiza con una acentuación de
la estratificación social, también a nivel
habitacional y urbano.

Los efectos de este re-acomodamiento (por causa del
cólera y la fiebre amarilla) determino que se armara el
escenario diferenciado y complejo de la vida privada de los
sectores más acomodados según principios sucesivos
de higiene, sofisticación, gracia, coquetería y
frivolidad. Lo cual significaba que la higiene-doméstica,
en principio, era parte del proyecto socio-económico de su
época, como lo describió Jorge Salessi en
Médicos, maleantes y maricas
(1995).

La disciplina de la "higiene" se inscribía en el
proyecto científico humanista de la salud (además
del político, económico y cultural) que la
generación de 1880 llevaba adelante. El agua corriente, un
servicio que se inicia en 1887 para el caso de la ciudad de
Rosario y que se desarrolla de forma desacompasada con el de
cloacas representaba la entrada del moderno servicio que se
mezclaba con la persistencia del método tradicional (dado
que el consumo de agua de pozo todavía mantenía a
ese bien como mercancía mediante la cual lucraba el
aguatero o especulaba el encargado del conventillo, y algunos
inquilinatos tenían un solo pozo de agua donde
debían abastecerse por medio de sogas y baldes y en muchos
casos solo para beber y cocinar y si sobra algo para lavar ropa,
etc.).

En 1870, en Buenos Aires el Ingeniero Bateman
planificó el saneamiento de la ciudad. Hasta 1880 el agua
se obtenía de cisternas, pozos y aguateros ambulantes.
Ninguno de estos métodos era higiénico. Entre 1885
y 1895 se instala un sistema de provisión de agua. En 1887
de un total de 36900 casas aproximadamente, 2500 no tenían
agua y otras 26000 aproximadamente se surtían de aljibes o
pozo y unas 8500 tenían instalada agua corriente (de las
cuales 5800 estaban en la zona antigua, o zona sur y las
restantes 2700 estaban en la zona nueva o zona norte). Para 1904
el 57% de las casas contaban con un servicio de agua corriente,
un 40% tenía pozos mientras un 1,2% seguía con
aljibes y aún quedaban algunos aguateros.

Entre 1892 y 1898 la Argentina buscaba atraer
inmigrantes con la imagen de un país salubre, por lo que
en 1892 la cantidad de casas provistas de agua corriente y
dispositivos cloacales eficientes aumentó en 150% con
respecto al número del año anterior, lo cual
significó una verdadera revolución urbana en la
ciudad de Buenos Aires. En 1910 la red cloacal ya estaba bastante
extendida.

Pero igualmente debemos señalar que los pozos
negros fueron centro de atención durante el período
1871-1914, en que se desarrollaron las tácticas
político-higienistas, dado que se temía que fueran
origen del mal que se comunicaba (cólera), de las aguas
servidas al agua de pozo utilizada para beber.

Por lo que la separación del agua contaminada del
agua potable sería un tema central para la época
porque tenía mucha importancia para la salud e higiene (ya
sea por el uso del agua para beber, preparar los alimentos,
higienizarse y lavar la vajilla u otros enseres); pues en 1887
sólo el 14% de las viviendas de la ciudad de Buenos Aires
contaba con agua potable distribuida por red,
extendiéndose ésta a un 53% en 1910.

Si el período de estudio comienza en el
año 1880, la casa moderna como dispositivo social tiene
sus orígenes en 1870, argumenta Anahí Ballent en
Historia de la vida privada en la Argentina. Tomo
III
(1999). Asimismo el hogar será un claro
ejemplo de cómo se organizó la "modernidad",
combatiéndose a la "barbarie" e imponiendo dispositivos
civilizatorios (de higiene doméstica gracias al buen uso
del agua potable), como lo sostienen Fernando Devoto y Marta
Madero en Historia de la vida privada en la Argentina.
Tomo II
(1999).

También los adelantos tecnológicos – como
la luz eléctrica – combinados con el estilismo de la
cultura afrancesada de la época eran sinónimos de
civilización y progreso. Ejemplos de las publicidades
siguientes de la época ilustran estos
conceptos.

También la zona norte empezaba a recibir mejoras
en los servicios. Primero las grandes familias se trasladaron a
la calle Florida y al barrio de la Merced, como señala
Galarce, lo recuerda Victoria Ocampo y lo memora Lucio V.
Masilla. Historiando a la familia de los Anchorena, Sebrelli
relata las mudanzas y las construcciones de los Palacios de los
Anchorena, ubicados en la Plaza San Martín , verdaderos
"hoteles particulares" inspirados en los palacios franceses de la
época de Luis XV y Luis XVI explica J. Iglesia en
La vivienda opulenta en Buenos Aires: 1880-1900. Hechos y
testimonios
(1985) con motivo de las 1º Jornadas de
Historia de la Ciudad de Buenos Aires organizada por el Instituto
Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.

El imperialismo trajo a la Argentina de 1880 la
arquitectura ecléctica y afrancesada de la alta
burguesía porteña como lo explica Fabio Grementieri
en Grandes Residencias de Buenos Aires. La influencia
francesa
(2006). Anteriormente a la arquitectura
francesa se disponía de la denominada "casa chorizo" de
patio lateral con cuartos en ristra (los que
transformarían posteriormente en los conventillos); y la
arquitectura que le seguiría posteriormente a la
arquitectura ecléctica-afrancesada sería el modelo
moderno de tipología "casa cajón", sostiene Diego
Armus en Un balance tentativo y dos interrogantes sobre la
vivienda popular en Buenos Aires entre fines del siglo XIX y
comienzos del XX
(1990).

Las residencias mezclaban estilos italianizantes y
franceses. Por ejemplo, el presidente Julio Roca vivía en
un petit-hotel neoclásico y su cuñado, el
ex presidente Miguel Juárez Celman, en un palacete
neorrenacentista a pocos pasos de aquel. Ernesto Bosch habitaba
también en la vecindad y recibía asiduamente en su
casa a sus invitados, con mucamos que vestían peluca,
calzón corto, medias blancas y zapatos negros con hebillas
plateadas.

En tanto la clase alta adoptó como formas de
habitar: las mansiones, los palacios y/o palacetes y el
petit-hotel (afrancesados), La clase obrera había
adoptado: el conventillo, la vivienda unifamiliar de material
precaria, la casilla de madera y chapa y el rancho.

A partir de 1880, las mansiones fueron una necesidad de
la oligarquía y de la burguesía adinerada. A
principios de siglo se distinguen claramente tres tipos: el
palacio, con jardines al frente y al fondo, tal como se
los veía en la avenida Alvear, el hotel
particuliére
en plena ciudad y por último el
petit hotel (solución para economías
más medidas).

Dentro de la ciudad, principalmente en el caso
paradigmático de la ciudad de Buenos Aires entre 1880 y
1900, si la vivienda es cobijo, territorio de ciertas
actividades, signo y símbolo, gasto; todo esto es
arquitectura. En las viviendas opulentas, argumenta el autor, que
todas esas funciones se pudieron cumplir sin retaceos, para que
la misma sea considerada más o menos explícitamente
como Arte de acuerdo con su función simbólica
(mientras que en las viviendas de los pobres, el gasto
mínimo sólo les había permitió
acceder a un precario cobijo, las viviendas de la escasez
sólo eran "construcciones", pero no "el arte de la
arquitectura").

El modelo de arquitectura francesa que se impuso,
poseía un subsuelo de servicio, una planta noble de
recepción, con gran hall de escalera, salas de
recepción, comedor, saloncitos, jardín de invierno;
una planta para los dormitorios principales y recibo
íntimo y un ático o buhardillas (detrás de
la mansarda) con habitaciones de servicio.

Estas grandes casas (palacios y pequeños
hoteles), ya ubicadas en zona norte, constaban de dos o tres
niveles, con jardín al frente o junto a las medianeras y
en la parte posterior. En la zona cercana a la calle estaban las
salas, el comedor, a veces la biblioteca. Como la vida social
había adquirido un gran desarrollo, la casa tenía
espacios "particularizados" según el tipo de visita y la
hora en que se recibía: cuartos espaciosos sólo
para descansar, zona de recepción para las grandes
reuniones o sala para tomar el té. En el primer piso
estaban los dormitorios, con baño instalado, guardarropas
y lencería.

Aparecen nuevas habitaciones con nuevas funciones: la
gran sala de recepción y sus espacios sirvientes
(vestíbulo, antesala, saloncitos y hall de escalera) y el
comedor. Comenzó así una mutación de los
espacios interiores, cuyos centros son la sala de fiestas y el
comedor, a los que se accede a través de pequeños
espacios sirvientes enhebrados como un rosario y con funciones (a
veces arbitrariamente) diferenciadas: fumar, charlar, tomar,
café, etc. Estas nuevas "formas de habitar"
requerían boato, ostentación, formalidad e
individualidad; puede que esto sea una evidencia más
(arquitectónica) del individualismo imperante en la
época. Tal como la vida privada de la oligarquía lo
necesitaba (basta recordar la vida de la niña Victoria
Ocampo, que transcurría de institutriz en institutriz, de
maestra de inglés, a maestro de piano y de ahí a
maestra de francés y de español, y nuevamente de
catecismo a cuantas otras actividades más; una vida llena
de formalismos e individualismos).

Entonces el habitar, ya no fue un habitar "en familia",
sino un habitar "individual" en medio de una familia unida por
lazos legales y económicos. Los rituales familiares
asignaban a cada uno un rol determinado (e inflexible). La figura
del padre es autoritaria pero ausente. La función
protectora de la casa pierde la calidez de la casa patriarcal y
sus espacios son recordados como "muy altos", "oscuros" e
"inaccesibles".

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter